Historia

Desde siempre

 

El mar ha sido la base de las actividades estructurantes de Lorient y vía privilegiada de su apertura al mundo. La rada de Lorient da cabida a actividades marítimas diversificadas desde hace más de 2000 años: pesca, salazón de garum de los vénetos (población de Armórica, antigua Bretaña); cabotaje de mercancías en la Edad media; antes de consolidarse a nivel internacional, en los siglos XVIII y XIX, con la Compañías de las Indias y con el Arsenal de la Marina Real. La revolución industrial, de fines del XIX, contribuirá también al comercio marítimo, por medio de los intercambios entre el carbón galés y los postes de mina bretones, antes de que el nuevo puerto pesquero industrial de Keroman no se abra a una actividad pesquera a niveles excepcionales. La base de submarinos, construida en 3 años por los alemanes durante la guerra, será uno de los desafíos estratégicos de la Segunda guerra mundial. Su presencia acarreará la destrucción casi total de la ciudad, en 1945. Recuperada por la Marina Nacional francesa, en 1945, focaliza un nuevo destino, a través de su reconversión en polo de la regata oceánica,  después de la disolución del Escuadrón de Submarinos del Atlántico, en 1995.

Territorio de astilleros navales, territorio de pesca de altura y territorio marcado por la presencia de la Marina nacional, la Mancomunidad de Lorient se volcó hace más de 17 años en un proceso de gran mutación de sus pilares económicos marítimos. Reconversión, reestructuración, modernización, innovación caracterizan el paisaje marítimo de Lorient.

La mutación de los agentes y la emergencia de nuevos sectores (energía marina, pesca sostenible, regatas oceánicas…) no pueden llevarse a cabo sin que el territorio genere una capacidad de adaptación permanente en un espacio limitado, sensible y sujeto a una normativa legal.

El conjunto de las inversiones realizadas para participar en las mutaciones de las actividades marítimas (muelle petrolero, amarre de reparación naval, orilla izquierda del Scorff, lonjas, plataforma de distribución para mayoristas, dique seco, puerto deportivo, etc.) deben permitir a Lorient que mantenga su capital portuario diversificado y único en Bretaña.

Pero, más allá de las inversiones realizadas, y por venir, conviene tener en cuenta un factor clave que es «la aceptación» de sus puertos por parte de los ciudadanos.

Desarrollar los puntos de convergencia, de mediación, de conocimiento y destinados a compartir espacios entre las zonas portuarias y la urbe es también una garantía de éxito que permite y permitirá conservar la identidad marítima de la Mancomunidad de Lorient.

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